Según varios estudios emplear las nuevas tecnologías para calmar a los niños no es bueno. Utilizar el teléfono o el ordenador para relajar a los niños está relacionado con peores resultados en la crianza de los hijos.

Pasamos mucho tiempo preocupados por el tiempo en el que nuestros hijos pasan frente a la pantalla. Tanto los expertos como los padres temen que pasar tiempo frente a las pantallas esté volviendo a los niños antisociales, deprimidos, ansiosos, y la lista continúa. Darles el teléfono para que dejen de molestar o ponerles unos dibujos cuando lloran en una comida no es en absoluto recomendable. 

Solución a corto plazo

Cuando los niños tienen un rabieta, tener que enfrentarte a ella siempre es más complicado que dar una solución a corto plazo que sabes que funciona. Darles el móvil y ponerles algo en la pantalla siempre funciona. PERO, puede llegar a ser muy perjudicial para ellos. A pesar de que su efecto hipnotizador haga que dejen de llorar, los niños se vuelven pasivos y son incapaces de sacar una lección de la discusión. Si no se les explica o castiga cuando es necesario, no aprenderán y volverán a hacerlo.

Causa dependencia

Los niños comprenderán de todo ello que la única forma de que dejen de llorar, no será después de una bronca de papá o un castigo de mamá, sino dándoles lo que quieren: una pantalla que les entretenga, ni si quiera comprenderán su error. Por eso, no es bueno «retirarse» en lugar de involucrar a los niños cuando se comportan mal. Al tener las tecnologías un componente tan adictivo, con este método, estamos fomentando la adicción en los niños desde que son peques.

Les aísla

Todo esto tiene un efecto en su desarrollo, las tecnologías aíslan a los niños. Les dejan absortos frente a un pantalla que no genera los estímulos que un niño necesita. El proceso de aprendizaje se queda completamente paralizado. ¿Cómo van a aprender de sus errores y de lo que nos enfada si no les explicamos qué es lo que hacen mal? Siempre hay que procurar ponerse manos a la obra y tratar de abordar la situación. La comunicación con nuestros hijos es primordial y dejarle mucho tiempo expuesto a las pantallas, hace que sea más complicado un vínculo real y de confianza. 

Genera estrés y les hace más caprichosos

Nuestros hijos tienen que aprender a no tener siempre y cuando quieren lo que deseen, a fastidiarse y a tener que hacer sacrificios por los demás. Se hace más difícil de transmitir este tipo de valores si nada más empiezan a tener una rabieta, se les premio con algo que sabemos que les gusta y funciona. La malacostumbre hará que tengan problemas para gestionar futuras situaciones en las que se vean amenazados. Al crear tanta dependencia los aparatos electrónicos, nace un estrés que nos hace pasarlo mal si no lo tenemos. 

Disfrutar de otras cosas

Más allá de que les entreguemos las tecnologías como «premio» o como «remedio», es conveniente que los niños aprendan a disfrutar de otras cosas que a lo mejor requieren de un poco más de esfuerzo: jugar con otros niños, disfrutar de la lectura, ver una película o una buena tarde de juegos de mesa en familia.

Os recomendamos establecer unos días a la semana para los aparatos tecnológicos y un tiempo límite. Deben de tener tiempo para aprender a desarrollar la imaginación y creatividad que tanto caracteriza a los niños.