Aunque enero para muchos sea un mes eterno, a mí personalmente se me ha pasado volando, como todos. Muchos de los propósitos y buenos hábitos que me había propuesto, aún están cogiendo forma.
Son muchas las familias que contactan conmigo al empezar un año nuevo con el objetivo de dar un paso adelante y apostar por su bienestar y el de su familia.
Mamás y papás que tienen el firme propósito de dejar atrás el autoritarismo, pero les ronda aún el miedo de caer en la permisividad con sus hijos, ¿dónde está el límite? ¿Cómo podemos empezar a Educar en Calma?
Unos principios a los que siempre podrás regresar a tomar aliento e impulso cuando aparezcan los miedos, las dudas, esas inseguridades que nos dificultan la tarea de desaprender todo lo que hemos aprendido, todo lo que hemos vivido en nuestras infancias, y que a día de hoy, nos acompaña en nuestras mochilas de vivencias.
5 Principios de Educar en Calma
A continuación, te detallo los cimientos en los que se sustenta Educar en Calma, una base a partir de la cual todo cobra sentido y con la que te resultará un poquito más fácil comprender la importancia de cada uno de estos puntos, de estas claves que te ayudar a reforzar, mantener y cuidar el vínculo con estos seres maravillosos, esos tesoros libres de juicios y etiquetas que vienen al mundo cargados de amor incondicional hacia nosotros y con el único propósito de aprender a nuestro lado.
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Conexión
Lo primero y más importante, todos los miembros de una familia necesitan sentirse valiosos, apreciados, queridos y parte fundamental de la familia.
A todos nos gusta sentirnos valorados y sentidos. Tenemos asumido que al traer a un bebé a este mundo vamos a tener que dedicarle tiempo y constancia para que sienta que es una parte importante de nosotros, pero cuando van creciendo y aparecen las dificultades, las rabietas o los “malos comportamientos”, nos invaden las creencias de que los niños quieren hacernos sentir mal, nos manipulan y hacen con nosotros lo que quieren, pensamientos que hacen que nos empecemos a alejar y a desconectar de nuestros hijos, cuando únicamente nos están pidiendo ayuda.
“Sentir pertenencia y conexión es una necesidad propia del ser humano”. Por lo que no debemos olvidar que nuestra pareja también necesita sentir esa conexión, también es fundamental que garanticemos su pertenencia y permitamos su contribución. Cuando uno siente que pertenece, quiere contribuir, de lo contrario, es mucho más difícil que nos queramos implicar, en todos los sentidos.
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Respeto mutuo
Significa que yo te respeto a ti, tú me respetas a mí y yo también me respeto a mí misma.
En muchas ocasiones nos olvidamos de esta última parte del respeto a nosotras mismas. Los límites son necesarios, está bien establecerlos, que haya acuerdos y que se intenten cumplir, pero cuidado, nunca debemos olvidarnos del respeto a nosotras mismas, algo que siempre tiene que estar presente.
Hablarnos bien, mirar hacia dentro para ser conscientes de cómo nos sentimos, analizar si estamos dedicando tiempo a cuidarnos y querernos también forma parte del respeto mutuo.
Es fundamental, porque si no te respetas a ti misma, tus periodos de descanso, alimentación y cuidado, ¿cómo te van a respetar los demás?
La obediencia no significa respeto. La mayoría de nosotros como padres queremos que nuestros hijos se conviertan en adultos independientes, autónomos, seguros de sí mismos, valientes y con una autoestima fuerte.
Sin embargo, en nuestro día a día, queremos que nos obedezcan siempre, y si es con una sonrisa en los labios, mejor.
Tenemos que respetar a los niños, siempre, igual que a nuestras parejas e igual que tenemos que respetarnos a nosotras mismas.
Solo así, siendo equipo y valorando por igual a todos los miembros de la familia, las cosas irán bien. Que los niños hagan lo que nosotros queremos no es una opción respetuosa, este es otro de los puntos claves del cambio de mirada del que siempre hablo.
Gracias al error aprendemos, crecemos y mejoramos, el error es una gran oportunidad para todos.
Estamos acostumbrados a poner el foco en el error, en buscar culpables y ver al adulto como un juez que restablece el orden gracias a los castigos, los gritos y algunas palabras que pueden hacer mucho daño al autoestima de los más pequeños.
A día de hoy sabemos que esto no funciona a la hora de enseñar a nuestros hijos esas habilidades que nos gustaría que tuviesen cuando sean mayores.
Es nuestra decisión, depende de nosotros elegir dónde nos vamos a enfocar. En ver el error como una oportunidad para aprender, para ser familia, apoyarnos, cuidarnos y buscar juntos soluciones o por el contrario, en seguir juzgando y penalizando los errores.
Nadie nace sabiendo y en el camino de la maternidad y la paternidad, también nos toca aprender a marchas forzadas, porque se habla mucho sobre la crianza, pero la experiencia propia siempre es distinta y cada uno tendrá su propia percepción.
Calma para observar, aceptar, asumir, reflexionar y tomar nuestras propias decisiones, que siempre serán las mejores para nuestra familia.
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Una buena comunicación
La comunicación siempre tiene que ser eficaz, efectiva y afectiva.
En muchas ocasiones creemos que nuestros hijos no nos escuchan -o no nos quieren escuchar-.
Lanzamos nuestro mensaje sin obtener respuesta, por lo que acabamos repitiendo lo mismo muchas veces, siendo algo agotador, por lo que nuestra paciencia va disminuyendo a medida que sube nuestro tono de voz.
Conseguir comunicarnos con nuestros hijos de forma eficaz requiere un poquito de esfuerzo por nuestra parte, conocer cómo son los niños y su cerebro en desarrollo.
Así que cuando vayas a pedirle algo a tu hijo o hija, recuerda:
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Mírale a los ojos.
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No interrumpas cuando te hable.
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Cuida las señales no verbales.
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Utiliza un tono de voz cariñoso, amable y cercano.
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Cambia las órdenes, críticas o sermones por preguntas.
El amor siempre tiene que estar ahí, es posible decir que no mostrando amor.
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Autocuidado
Cuidarte a ti misma no es un acto egoísta, es un acto de generosidad.
Los hijos cambian nuestro orden de prioridades, se convierten en el centro de nuestro universo y dejamos todo a un lado para centrarnos en su crianza, cuidados y bienestar.
Ese debe ser el principal motivo para empezar a cuidarte y cubrir también tus necesidades, porque si no estás bien, no vas a poder darles lo mejor de ti, no vas a poder cuidar y querer como deseas.
Cuidarte y valorarte como te mereces te hará tener mayor autocontrol, al sentirte bien, generas oxitocina y eres capaz de controlar tus comportamientos en momentos de máximo estrés, sin que tome el control el cerebro reptiliano.
Si estás alterada tus hijos se alterarán aún más. Es necesario que te conectes, te tranquilices y contagies tu serenidad, siempre.
Modelas con tu ejemplo. Tus hijos se fijan en todo lo que haces, por lo que al invertir tiempo en ti, les estás enseñando desde pequeñitos la importancia de valorarse, cuidarse y que son la persona más importante de su vida.
¿Realmente se puede Educar en Calma?
Sí, se puede. Es más, yo llevo ya 5 hijos a mis espaldas con los que pruebo, compruebo y observo los beneficios de aplicar todos los recursos y herramientas que propongo a las familias que confían en mí para ayudarles a llevar a cabo el cambio educativo que quieren en sus hogares.
Pero también tengo que reconocer que no es un camino fácil. Es un trabajo que requiere tiempo, constancia, implicación, compromiso y en el que quizás en algunas ocasiones, tengamos que mirar en nuestro interior y rememorar esas vivencias y experiencias de nuestra infancia que nos marcaron, que quizás ya apenas recuerdas, pero que siguen estando ahí, influyendo en nuestra forma de educar a nuestros hijos.
Un proceso que implica ser conscientes de que somos modelos de buenas conductas, que nuestros hijos nos observan en todo momento, que no somos seres perfectos, que todos nos equivocamos, y está bien, debemos aprender a pedir perdón y seguir creciendo juntos, en familia.
Educar en Calma significa educar con valores, responsabilidad, respeto, observando y valorando las necesidades de nuestros hijos, de todos los miembros de la familia, respetar cómo son, cómo aprenden, ser capaces de dejar de ser los protagonistas y acompaña su desarrollo desde ese segundo plano que nos corresponde como padres y trabajando día a día el vínculo y la conexión con ellos y sobre todo, cuidándote.
Cuidar a la infancia es cuidar del ser humano, porque los niños de hoy, serán los adultos del mañana y cuanto más sanos emocionalmente estén, mejores personas serán y más felices y plenas serán sus vidas.
Nos necesitan, necesitan adultos empáticos que miren, observen y permitan a los niños crecer y ser. Necesitan que seamos y estemos de forma plena para crecer en este mundo que cambia a un ritmo vertiginoso y está muy lejos de ser el que nos gustaría para ellos, pero que entre todos, podemos conseguir.
Ser padres hoy en día no es una tarea fácil, pero tenemos un papel privilegiado al poder acompañar a nuestros hijos y ser los primeros en disfrutar de sus logros, de los avances en su desarrollo y alentarles en este camino, porque el aliento es para las personas como el agua para las plantas y esto es algo que nunca debemos olvidar.
Juntos podemos cambiar el mundo, poquito a poco, empezando por nosotros mismos.
Para finalizar, me gustaría dejarte con tres preguntas, tres reflexiones que para mí son muy reveladoras y si aún dudas, estoy segura que te harán tomar acción, ¿qué tipo de madre o padre quieres ser? ¿Cómo quieres que te recuerden tus hijos? ¿Qué hijos vas a dejar en este mundo?
Recuerda que para cualquier duda o consulta que tengas puedes encontrarme en educarencalma.com y a través de las redes sociales en @educarencalma. Gracias por querer contribuir en el cambio de sociedad y el cambio de mirada que merece la infancia.
Elisa Molina es coach de familia, especialista en comportamiento infantil, comunicación eficaz y conexión familiar. Es la fundadora de Educar en Calma, donde podrás acceder a muchísimo contenido que te ayudará a educar a tu pequeño con libertad y responsabilidad, aliento, conexión, dignidad y ese amor incondicional que ya sientes por él. Accede a sus podcast, cursos y talleres, y descubre cómo la neurociencia puede ayudarte a educar mejor y disfrutar mientras educas a tus hijos con cabeza y corazón.