Dentro de las rutinas de cada casa suceden muchas cosas, cada uno de nosotros se ocupa el tiempo con lo que quiere o le toca, y muchas veces a la semana se oye la famosa frase “un momentito”, pero depende de quién la diga nos afecta de una u otra forma.
Cuando lo dice un adulto, ¿qué quiere? Que le den un tiempo prudencial para terminar lo que esté haciendo.
Cuando lo dice un niño, ¿qué quiere? Que le den un tiempo prudencial para terminar lo que esté haciendo.
En ambos casos se busca lo mismo, poder terminar lo que se está haciendo o tener un poco más de margen personal. Entonces, ¿por qué muchas de esas veces nos enfadamos si los niños dicen «un momentito»,  pero pedimos que ellos lo respeten?
A veces olvidamos que cada uno tiene sus intereses y prioridades, su forma de pasar el tiempo y sus actividades preferidas y no por ello unas son más relevantes que otras. Cada edad está marcada por distintos intereses y cada persona se divierte con algo diferente.

¿Cómo podemos hacer frente a estas situaciones de una forma óptima?

Si es el adulto el que necesita el tiempo la forma mejor de afrontarlo es explicar lo que estás haciendo y el motivo por el que necesitas un poco más de tiempo; pedir que se implique si le apetece es un recurso que nos puede ayudar también.
Si es el niño el que necesita tiempo debemos respetar y adaptarnos: No son máquinas de obedecer y necesitan que nos pongamos en su lugar. Dejarles que terminen lo que están haciendo, dejando claro que tienen que ir terminando para poder hacer algo a continuación.
El enfado suele surgir si no nos hacen caso en aquellos momentos que tenemos prisa, por lo que aquí debemos ser previsores y avisarles con tiempo, pues nuestros hijos no deben de sentir la responsabilidad de la gestión del tiempo adulto. Avisar con tiempo, explicar las razones de la petición e implicarles en la actividad siguiente que se va a realizar.
Una gran ayuda para todos es dar marcadores de tiempo basados en otros parámetros que no sean horarios (para los niños pequeños las horas y minutos son ajenos y no son capaces de comprender), utilizar actividades como guía (puedes seguir hasta que termine de arreglarme, o puedes seguir hasta que se acabe de hacer la comida), o cuando son más mayores usar relojes de arena que son muy visuales y comprensibles.
Y mucha paciencia, mucha constancia, mucho ejemplo y más amor.
Sara Noguera de Kimudi Crianza.