Hay familias con una historia increíble detrás. La de Claribel y Marco, artistas cubanos, es un ejemplo de ello. Llevan 17 años juntos, creando, viajando y creciendo.
«Nos conocimos hace 17 años y desde entonces estamos juntos. Marco hacía unas fiestas increíbles mezcladas con performances», nos cuenta ella nada más empezar la entrevista.
Marco siempre ha sido muy artista «desde que nació, cuando estaba en el colegio. La revolución tenía un programa que captaba talentos y ahí lo sacaron de su colegio para una escuela especializada de arte». Una anécdota muy importante de su vida es cuando «el artista Carmelo pasó una vez mientras él pintaba acuarela con los dedos, porque no había pinceles, y le dijo: ‘Ojalá viva lo suficiente para ver lo que harás con tus manos’. Creció con mucho arte dentro» explica su mujer.
Pero los halagos hacia su persona no acaban ahí: «Tiene tantas ideas que que tiene que apuntarlas y guardarlas para ir desarrollándolas poco a poco. Es un círculo vicioso que aunque quiera no puede parar».
Y ahora nos habla sobre ella, con cuidado y humildad: «Mi arte viene de vivirlo, de sentirlo… Animada por la pasión que me ha rodeado todos estos años. Cuando comencé con Marco tenía 17 años así que me animé a entrar en la universidad a estudiar cine, arte, literatura y estudios socioculturales».

Cuando le preguntamos cómo era su día a día con el arte en la Habana, con la escena artística del lugar, responde así: «Vivía el arte sin saber que lo estábamos viviendo, era parte de nuestras vidas. Para mi lo más increíble era el debate intelectual, la escuela de arte en Cuba te daba muchas herramientas para defender tu obra. Casi era más importante lo que querías decir, y el mensaje oculto en la obra, que la pieza en sí».
Pero lo más importante de sus vidas, ahora, son sus dos peques, un niño (Antonio) y una niña (Olivia). Así habla de su familia Claribel: «Mis hijos gozan el arte, a veces, más que nosotros. Les parece alucinante que eso puede ser un trabajo». Y lo ven todo desde Mérida, en México, una ciudad descrito por ella como: «Un lugar mágico lleno de historia y energía».
Aunque sus cambios de residencia son habituales, algo que los niños viven como una aventura: «Mis hijos, al igual que nosotros, son ciudadanos del mundo. Son muy adaptables y nada apegados a lo material, al espacio físico. Este último cambio sí que ha sido más duro para Antonio, puesto que tenía grandes amigos en La Habana. Pero, por suerte, estamos cerca y vamos a verlos. Intento elegir colegios internacionales, con un programa homogéneo entre países» para que los niños se adapten más fácilmente.
Yoyorama: ¿Los peques son vuestros fans o vuestros críticos?
Claribel: «Ambas cosas, pero debo decir que son muy críticos. Me divierten muchos sus críticas y casi siempre están en lo cierto. Son muy seguros en sus opiniones y no temen nunca decirlo».
Yoyorama: ¿Creáis en casa o tenéis un estudio?
Claribel: «Tanto en La Habana como en Merida, Marco tiene estudio y siempre son espacios grandes con su propio taller para ejecutar las obras. Yo en La Habana trabajo en ‘Arsenal’ junto a Sandra Pérez y Ernesto Sánchez. Cada cual en lo suyo, pero debatimos todo el tiempo. En Mérida trabajo en casa».
Yoyorama: ¿Le veis a alguno de ellos capacidades para seguir vuestro legado?
C: Antonio tiene una mano increíble. Desde que tenía 6 años pinta unos óleos espectaculares, aunque su sueño es ser futbolista. Olivia hace unas esculturas en miniatura que fueron expuestas por primera vez en la Bienal de La Habana el pasado año. En una exposición curada por Magda Gonzalez-Mora. Fue la artista más joven en esa muestra»
Y los niños «mano tienen pero para nosotros lo mas importante es que que hagan lo que les de felicidad».
Yoyorama: ¿En casa tenéis iniciativas culturales?
C: «Nuestras casas siempre son un espacio de debate intelectual, político. Disfrutamos mucho cuando nuestros amigos nos visitan y siempre salen en las conversaciones los temas polémicos en materia de arte y contexto político-social en general».
Pero «Marco, ademas, es un artista que le ha apasionado desde siempre los temas relacionados con el diseño y el interiorismo. Esta pasión lo ha llevado a investigar y a coleccionar la obra de grandes maestros como Sergio Rodrigues, Lina Bo Bardi, Arne Jacobsen o Gonzalo Córdoba… Tenemos muebles en casa de algunos de ellos y el espacio siempre esta cambiando».
Yoyorama: ¿Hacéis algo específico para que creen?
C: «Nos gusta hacer talleres con ellos, de pintura al óleo, acrílico, performance, papel mache, cerámica, barro de todo. Yo me divierto más que ellos».
Yoyorama: ¿Os gustaría que fueran artistas como vosotros?
C: «La verdad es que me gustaría que fueran aquello que les llene y les haga feliz, el arte te puede hacer sufrir».
Yoyorama: ¿Pintáis juntos?
C: «¿Marco y yo? No, nunca. Pero sí que debatimos mucho sobre nuestra obra. Él opina sobre la mía y yo sobre la de él. El es el primer espectador de mi obra y viceversa».
Yoyorama: ¿Cuánta importancia le dais a la imaginación?
C: «Eso es algo que todos debemos luchar por mantener. Los niños nacen con una imaginación increíble y luego las dinámicas sociales, los prejuicios, etc. la van aniquilando. Hay que echarla a volar y alimentarla cada segundo de tu vida. Esto te nutre seas lo que seas».
Yoyorama: ¿Ellos en casa de pequeños pintaban donde querían o no?
C: «Pintaban de pequeños pero nunca en la pared. Eso siempre lo tuvieron claro. La casa siempre ha estado llena de arte y muebles de diseño. Crecieron sabiendo donde sí y dónde no. Antonio siempre estuvo tentado a pintar en la pared, yo incluso pensaba que iba a ser grafitero. Pasaba cerca de la pared y se decía a sí mismo: Antonio no, en la pared… ¡No!».
Yoyorama: Marco, cuéntanos un poco de tu obra en ARCO.
Marco: «El proyecto que presento en esta edición de Arco esta inspirado en el utópico movimiento de diseñadores, interioristas y arquitectos formados durante el Movimiento Moderno en los años 50. En los años tempranos de la Revolución cubana se produjo una revolución estética».
De hecho «este grupo se encargaría de proyectar y producir los nuevos espacios que modularían la vida del supuesto hombre nuevo. Muebles y objetos de corte más austero y de sentido más practico, pero con un diseño de vanguardia que, en ocasiones, recuerdan los muebles escandinavos y los diseños tempranos de Ikea».
Siguiendo con el transcurso de los hechos: «A finales de los años 70 a este proceso le siguió su abandono sobre todo por la incomprensión de las instituciones que lo estigmatizaron y lo catalogaron como de ‘gusto burgués’. Con esta serie de obras intento desdoblarme y asumir el rol de un diseñador de aquella época, para continuar con una tradición que desapareció en Cuba a principio de los 80».
Todo esto «es un proyecto que habla sobre muertes culturales y estéticas como resultado de la censura y de posiciones extremistas y los estigmas».
Yoyorama: ¿Cómo surge?
M: «El proceso de creación parte de una extensa investigación que desarrollamos sobre todo ese movimiento y a partir de testimonios, entrevistas y muebles que fuimos encontrando poco a poco, fuimos desentrañando esta historia no escrita, no contada. Luego traduje ese lenguaje y lo convertí en un sistema de trabajo. Justo en esa evolución estética es donde encuentro los sustratos ideológicos que inspiran la serie».
Yoyorama: ¿Cuánto tiempo te lleva crear, por ejemplo, la antena desde que tienes la idea hasta que está totalmente finalizada?
M: «Cada proyecto parte de una investigación o una idea que se cura. Y va madurando hasta que se convierte en una obra materializada. En este caso mi intención fue ir mezclando la investigación relacionada y el diseño con las intensiones ideológicas del momento».
Pero no acaba aquí la historia: «Desde ese primer momento en el que uno le va dando vueltas en la cabeza, a la idea conceptual, hasta que logra convertirla en una escultura, puede pasar mucho tiempo. Después de esta primera fase, dibujo el primer boceto y a partir de ahí la comparto con mi equipo y vamos construyendo».
Para acabar: «Selecciono los materiales, las maderas, los tejidos… Y empezamos el trabajo en la carpintería y la tapicería. Poco a poco vamos convirtiendo lo que tengo en la mente en objetos físicos. Ya luego fabricarla es como un juego, es muy divertido».
Yoyorama: ¿Les has contado a tus hijos qué venías a hacer a España?
Marco: «Los niños siempre saben a dónde viajamos porque esto les da tranquilidad. Antonio vino a vivir a Madrid con 7 meses de nacido, Olivia nació aquí y es la española de la familia. Ella defiende España y su cultura más que nadie. Venimos todos los años y ella dice que está en casa».
Fíjate que «cuando nos fuimos a vivir a Cuba preguntaba todo el tiempo cuando volvemos a casa. Y yo le decía: ‘estamos en casa’. Y ella respondía: ‘no, mi casa es Madrid'».
Yoyorama: ¿Claribel, en qué estás metida tú ahora?
Claribel: «Ahora estoy trabajando en una exposición personal que tendré en la Galería Fernando Pradilla (Madrid) en septiembre. Llevo tiempo trabajando en un proyecto que se llama ‘Los niños de la patria’. Me interesa mucho crear recuerdos para niños increíblemente fuertes, decididos a seguir amando una vida que se ha empeñado en no tratarles bien».
Este proyecto «Lo presenté durante la Bienal de la Habana, en una exposición curada por la comisaria Magda Gonzalez Mora, titulada Ad Infinitum. Pero para esta exposición habrán obras nuevas».
También ha querido remarcar lo importante «que es el arte para los niños para canalizar emociones. El arte nos depura el alma, nos saca lo bueno y lo malo. Los psicólogos por lo general obtienen más información de un niño cuando ven un dibujo suyo, porque ahí está su esencia. […] Cuando comenzó CocoArte entraron niños muy tímidos incapaces de hablar en cámara, ahora son actores de la vida, seguros de si mismos y sin miedos».
Yoyorama: ¿Pensáis tener más hijos o con dos es suficiente?
C: La verdad es que me habría encantado tener dos más, pero para ser sincera, con tanto viaje no es tan fácil. Ahora somos 4 viajando a todos lados. Siempre que los niños no tienen colegio vienen con nosotros, los viajes son más nutritivos que el colegio, están llenos de experiencias interesantes para ellos».
¡Qué felicidad haber podido conocer en Yoyorama a una familia tan ‘cool’! Esperemos que disfrutéis este acercamiento.